Tuesday, September 05, 2006

Still water runs deep.

Era una tarde cálida de primavera. No habia casi nada de viento, pero el bote se mecía dulcemente sobre las ondas del lago, acunando a Don Mario en un sopor tibio, propiciado aún mas por el sol radiante. El agua brillaba como cientos de piedras preciosas y lamía los costados del bote con un sonido agradable, como un arrullo. Era un cuadro apacible de luz que contrastaba con la tristeza que Mario llevaba adentro. Acostado en el fondo del bote, el hombre sollozaba quedamente, las lágrimas surcaban su rostro arrugado y curtido por el sol y la aridez de la estepa. Estrujaba entre sus manos callosas la foto deteriorada de un joven sonriente. Se incorporó, dejando escapar un suspiro acongojado entre sus labios y se apoyó en la regala del bote, asomándose al agua.
Estaba estratégicamente detenido en el punto mas enigmático del lago traicionero. De asomarse por la popa del bote, vería a través del agua cristalina el fondo de limo y algas, aparentemente al alcance de la mano. Pero si miraba desde la proa, solo vería el abismo, la inmensidad azul profundo que se extendía hacia abajo, hacia el centro de la terra, hacia el infierno.
Don Mario flotaba sobre el veril, la línea en la que el fondo del lago cae a pico, ese misterio a descubrir, aunque el agua a pocos grados por encima del punto de fusión hubiera hecho desistir al mas valiente.

Las lágrimas de Don Mario dibujaban anillos en el azul que se iban superponiendo, haciendo formas nuevas para luego desaparecer. El lago gélido se había tragado su vida y no se la quería devolver. Los cadáveres en ese agua no flotan, se hunden.
Habia sido un accidente, le dijeron, perdió pié por estar muy cerca del abismo y no volvió a salir nunca mas. Don Mario suspiró nuevamente: lo había mandado a la universidad, iba a ser biólogo, se estaba por casar con una chica preciosa que ya le habia dado un nieto; un nieto al que ahora no podia mirar sin que se le estrujara el corazón en el pecho.

El hombre se enjuagó la última lágrima y tras sujetarse por última vez de la regala, se dejó envolver por el abrazo helado del lago, hasta que sintió a su alrededor los brazos de su hijo.


------- Nada como una clase aburrida de Bioquímica y una idea errante.

1 Comments:

At 7:21 PM, Blogger Juli* said...

solo quiero decir q un viejo de mierda q le alquilaba a mi tia se llamaba Don Mario... pero no tengo nada contra los viejos, eh!

 

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