Friday, May 26, 2006

Esto es medio viejo y nunca fue releído ni corregido ni nada, así q nada de quejas y al q no le gusta... se va a cagar. Besito.

Que el infierno está encantador
este infierno está embriagador!
Esta noche está encantador!
tu infierno está encantador, esta noche!

Comenzó a barrer los restos de ceniza que habían saltado de la caldera y lustró las urnas con mucha parsimonia. Se colocó un smoking blanco de raso pero se lo quitó enseguida sintiéndose una especie de John Travolta macabro, bailando al compás de una música demasiado alegre para ser permitida en ese lugar. Revolvió su ropero (una suerte de cofre pirata roído por el tiempo y habitado por toda suerte de alimañas) y no se decidió por ningún conjunto.
Estaba nervioso desde temprano. Aquella visita lo tenía alterado desde hacía días, pero no se había percatado del revuelo que se armaría en el lugar hasta aquella mañana, cuando le habían confirmado que el plazo no podría extenderse, y que aquel ser debería ir a habitar con él definitivamente en pocas horas.
Sus súbditos habían merodeado por las afueras de su alcoba desde la noche anterior, y había tenido un sueño agitado, despertándose cada cinco minutos y mirando el reloj con los ojos vidriosos, deseando detener el tiempo aunque fuera por algunos minutos. Pero aunque tuviera mucho poder, no podía cambiar las leyes naturales, y allí se encontraba limpiando entre bufidos el desorden de la agitada semana que había transcurrido. Se repetía una y otra vez que debía comenzar a perdonar ciertas actitudes para poder delegar a sus esclavos a algún otro sitio, porque se le estaba abarrotando de gente su morada y ya comenzaba a tener problemas burocráticos con los castigos correspondientes.
Se miró al espejo y se tocó las bolsas moradas que colgaban bajo sus ojos. Era increíble que a él lo inquietara algo, más que nada, una persona, un simple mortal que había causado tantos problemas en vida que era imposible compararlo con cualquier otro ser.
El timbre resonó en su cabeza como un gemido de angustia. Se vistió apresuradamente con un traje de tweed (demasiado abrigado para ese lugar) y transpirando abrió la puerta de hierro oxidado.
-Buenos días... por lo que veo, no tan buenos en realidad- saludó su amiga agachando la cabeza y dejando que la capucha no dejara entrever siquiera sus ojos.
-Has sido puntual... pasa, debemos discutir algunos asuntos- respondió el, apartándose de la entrada para que ella pudiera adelantarse.
-Esta semana ha sido terrible... he tenido que abusar de las enfermedades terminales para poder completar mi trabajo, la gente consumiendo tantos productos dietéticos y saludables está cada día más fuerte y sana... un horror. Nadie comprende que uno debe hacer su trabajo- suspiró ella, sentándose sobre un banco de hierro y dejando la guadaña apoyada en la pared.
-Dímelo a mí, se amotinaron los del quinto círculo y tuve que andar a los golpes con más de uno. Encima los sirvientes están reclamando vacaciones y no sé que otras estupideces que han leído en quién sabe que libro y se dan el lujo de exigirme un sueldo... la verdad es que comienzo a extrañar los viejos tiempos, donde no había que dar explicaciones y todo funcionaba maravillosamente como un imperio.
-Pero los tiempos han cambiado amigo mío. Y no perdamos más, que debo hacer pasar al nuevo habitante antes de que se altere y comience a ponerse molesto.
Se miraron con pesadumbre. Ambos sabían que las cosas no eran como antes, fáciles e incluso divertidas. Con las nuevas reglas que habían impuesto desde arriba, estaban ambos cansados de llenar formularios y andar haciendo fichas de conducta todos los meses. Se había impuesto el "Plan de Redención por Buena Conducta", que si bien había ayudado a liberar espacio en los cuartos, exigía mucho trabajo y concentración. Él había escuchado una recriminación durante horas a causa de haberse confundido, y haber enviado hacia arriba a Adolfo, quien en pocas horas había prácticamente iniciado un nuevo régimen político en la nebulosa, y al que había costado bastante traer de regreso.
-Todavía no puedo creer que esté aquí... hicimos lo imposible porque deje de fumar y de beber... incluso habíamos logrado que se aleje de los prostíbulos... ¿Cómo diablos es que ha acabado en este lugar, después de todos mis esfuerzos por evitarlo? - se lamentaba él, ladeando la cabeza con los ojos entrecerrados.
-Sinceramente no lo sé... creo que no nos hemos dado cuenta a tiempo de las evasiones impositivas y el lavado de dinero... no puedo creer que haya sido tan hábil y nos lo haya podido esconder...
-Decididamente hay que hacer algo al respecto. Yo sé que no podemos intervenir a gusto y piacere en la vida de los que aún no nos pertenecen, pero debemos evitar que esto siga ocurriendo. No quiero ni pensar cuando me desaparezcan los contratos de ánimas o los elementos de tortura... ¿Y a quién carajo se le ocurrió que debíamos tenerlo en una celda de lujo, me puedes explicar???
-Esas son costumbres terrenales amigo, no podemos hacer nada al respecto. Ya has visto como los de su tipo siempre se encuentran encerrados en sus mansiones, o cosas por el estilo... no me preguntes como se las ingenian para conseguir, aún después de enjuiciados, todo lo que quieren...- respondió ella, secándose el sudor de la frente, cuando misteriosamente, nunca antes había sudado.
Se escucharon ruidos afuera. Ambos se miraron asustados y corrieron a abrir la puerta. El nuevo habitante del lugar estaba parado sobre una roca ardiente exclamando a viva voz algo así como una promesa de algo para el futuro. Ella lo bajó de una zancadilla y él ahuyentó a los allí reunidos, al tiempo que entre ambos empujaban al agitador hacia el interior del cuarto.
-¿Pero... que... qué ha sido esto? Lamento informarte que aquí estás bajo mis órdenes y éstas cosas no ... no están permitidas... ¡Serás castigado por un buen tiempo! - intentaba articular frases, pero sentía que de su boca solamente salían incoherencias.
-Pero querido hermano... ¿Acaso no es democrático el derecho de expresión? - respondió el recién llegado, acomodándose la solapa del saco.
-¿Y quién te ha dicho que en este sitio hay democracia? ¡Aquí mando yo, se hace lo que yo digo, y ninguna personucha como tú puede venir y revolucionar a mis súbditos! ¿O acaso piensas que ésto es un juego? -gritó él, completamente desquisiado, buscando su inhalador de asma y un candado para encerrarlo provisoriamente en una jaula.
La situación se estaba saliendo de control. Hacía apenas unos minutos que el nuevo había aparecido y las cosas se habían puesto tensas mucho antes de lo pensado. Los amigos caminaban en círculo cabizbajos intentando decidir que hacer con aquel individuo revoltoso. Ella comenzó a calentar café mientras buscaba entre los bolsillos de su abrigo un paquete de cigarrillos.
-Pensé que lo habías dejado- murmuró él, alcánzandole una caja de cerillas.
-Yo también... pero ya ves, como no puede matarme, no me hago demasiado problema- intentó sonreir ella.
Se sentaron con una taza humeante frente a ellos intentando esclarecer su mente. Amagaban a hablar, balbuceando incoherencias, pero enseguida cerraban la boca y bebían un trago largo de aquella bebida oscura. Estaban formulando una idea bastante interesante cuando comenzaron a escuchar ruidos secos provenientes de la plaza central del infierno.
-No, no, no... no puedo creer que ésto esté ocurriendo... ¡no a mí!- gruñía él, agarrándose la cabeza al tiempo que ella lo abrazaba con ternura.
-Tranquilízate, cielo, vayamos a ver que ocurre... ya verás que cuando todos te vean llegar se tranquilizarán y volverá cada uno a su círculo.
Llegaron al lugar rápidamente, y vislumbraron una gran multitud de almas que flameaba pancartas y banderas de todos colores al compás de bombos que no dejaban de sonar. El diablo comenzó a desesperarse y llamó a los gritos a sus súbditos. Pero para su sorpresa, éstos lo miraron despectivamente y alzaron a la vez carteles, donde se leía: "Aumento salarial", "Vacaciones pagas", "Jornadas de 8 horas" y otras sandeces por el estilo.
-¿Pero qué... cómo carajo...? ¡Alguien que me explique que está ocurriendo!
-¡Estamos cansados de los abusos!- clamó un diablillo.
-¡Muerte al salvaje capitalista! - gritó otro.
-¡Muerte al emperador esclavista!- corrigió otro.
El diablo miró a la muerte y ante un mínimo gesto de ésta, salieron ambos corriendo hacia las colinas. Se escondieron tras unos arbustos, al tiempo que oían a lo lejos como se iba derribando aquel imperio que tanto trabajo les había costado construir. Él lloraba desconsoladamente y ella, abrazándolo, intentaba contener las lágrimas para no entristecer más a su amigo.
-Ya lo ves- balbuceaba él, sollozando -ya ves cómo son las cosas... si hubiéramos evitado que ésto ocurriera en la tierra... si lo hubiéramos contenido desde sus raíces... ¡pero no! Teníamos que lavarnos las manos, imaginando que podríamos contenerlos allí...
Ella lo ayudó a incorporarse lentamente. Se tomaron de las manos y comenzaron a ascender por un camino estrecho, intentando vislumbrar la luz del sol en aquel lugar al que todos llamaban "mundo". Él intentó zafarse, no quería pertenecer a la civilización humana, teniendo que levantarse a las 7 para ir a trabajar. Ella lo miró condescendiente, empujándolo suavemente hacia adelante.
-Amigo, si ellos destruyeron el infierno, tendremos que construirlo en su mundo.
El diablo afirmó el paso y sonrió levemente. Aquella sería toda una hazaña, pero no era imposible. Quizá llevaría varios años, pero con voluntad reconstruirían su sueño. Ya tenía algunos obreros que le habían vendido su alma, y si bien no poseía los contratos (estarían seguramente destruídos luego del revuelo social) sería fácil convencerlos nuevamente.
-¿Por donde quieres comenzar?- le susurró ella, viendo que arribaban a tierra firme.
-Por el sitio de donde provienen esos que nos dieron problemas... -dijo él, rascándose la cabeza- comenzaremos por Buenos Aires.

Thursday, May 25, 2006

=====> Tuyo Juli, deberia ver la peli de nuevo pero es muy larga. =-P

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Bree y Nick quedaron solos en la camioneta.

- Con que te gustaría verme en paños menores, eh?- Miraba atento la calle, pero tenia una sonrisa pequeña en sus labios.

- Supongo que si te ves bien con ropa, te debes ver mejor sin ella. – No lo podía mirar a la cara, pero tenía clarísimo lo que estaban haciendo. – Es puro poder de deducción.

- Y que mas te dice tu deducción?

- Que con esa boca debes ser un muy buen besador. – Bree culpó al alcohol por su súbita deshinibición. Nick estacionó la camioneta en el medio de la cuadra con una sola maniobra y la miró con toda su atención.

- Vos decis? – Bree asintió y eso le bastó a Nick para acercarse en un movimiento veloz y besarla con dulzura. – Eso comprueba tu teoria?- Bree abrió los ojos con lentitud y lo miró, una sonrisa creciéndole en los labios.

- Nada mal para ser un primer beso, nada mal.- Hizo una mueca.

- Pero…? – Nick se sintió tocado en su ego masculino.

Pero le falta un poco de esto- Y sin preámbulos lo besó apasionadamente, arrojándole los brazos al cuello y dejando que sus manos vagaran por su espalda musculosa y amplia.


Horrible, lo sé. Pero tengo demasiados parciales y solo escribo resúmenes.

Sunday, May 21, 2006


No tengo nada acá para levantar de mis cosas
Así q pongo doolz q hice una vez hace mucho
Y si no les gustan mala suerte