Friday, September 22, 2006

Esto fue para la revista, en 5to año. Tiene una sola frase modificada. La mogólica de la profesora de química (???) se ve q no sabía leer y quería cambiar unas cosas, pero por lo visto nadie le dio -como era de esperarse- bola.
Al primero q me dice zurda por esto le quemo la casa. Y al q me dice nazi también.

Actualmente, la humanidad está llena de problemas. Y no hablo de la guerra, el hambre, la violencia, la discriminación y los gobiernos poco democráticos. No, esas son cosas que bueno... tienen solución, pero hasta que alguien actúe para ponerla en práctica, no preocupan demasiado a la gente.
Sí, todos dicen "que mal Bush, mirá como agarró a estos pobres tipos por unos litros (bueno, un poco más) de petróleo" o bien, con otra postura: "Saddam debe morir, no podemous permitir que su pueblou siga dominadou". Pero nadie hace nada, así que por el momento los obviaré de la lista de cosas que acomplejan a nuestra sociedad.
Ahora bien; es terrible cómo algunas mujeres se preocupan por tener abrigo. No, no hablo de aquellas indingentes que se cubren con trapos y harapos descosidos, esas cosas se solucionan; sino de las pobres que no saben qué combinarán con el nuevo vestido que adquirieron para esa fiesta de etiqueta en la que su maridito intentará conquistar a sus socios extranjeros para que le tiren algo de dinero.
A la vez, es terrible cómo algunos jóvenes se preocupan por la violencia. No, no hablo de aquellos manifestantes contra la guerra que pierden la vida a mano de gendarmes abusivos, esas cosas se solucionan; sino de los pobres que gastan su dinero en locales de juegos en red y tratan de matar a los crueles terroristas o bien a los malditos derechistas policías.
Y es increíble cómo las nuevas jovencitas se afligen por el hambre. No, no hablo de aquellas que hacen campaña para dar de comer a hogares de gente carenciada, que se alimenta una vez a la semana, esas cosas se solucionan; sino de aquellas pobrecillas que con un kilo de más deben contra su voluntad dejar de alimentarse para parecerse a las bellísimas modelos que aparecen en las revistas.
Y pobres de aquellos hombres que luchan por trabajar. No, no hablo de aquellos que toman las fábricas abandonadas para tener ingresos, esas cosas se solucionan; sino de los pobres empresarios que deben preocuparse porque sus desgraciados empleados no hagan huelgas, aquellos que viven tan ocupados que no pueden ni tomar una llamada telefónica, y que deben depender para su mala suerte de sus secretarias.
Pobre de esa gente. Y pensar que el día de hoy todos nos preocupamos por el hambre mundial, cuando hay niñas a las que no les queda el talle 34. Y todos nos preocupamos por la violencia en las calles, cuando hay jóvenes dispuestos a gastar el sueldo de sus padres en ver como solucionar esto tácticamente, frente a sus computadoras. Y nos preocupamos por la discriminación, por culpa de esos obreros que odian a sus jefes. Y nos preocupamos también por el frío que pasan algunas personas, sin pensar que si tuvieran un tapado, seguramente no combinaría con sus harapientos vestidos.
Díganme, ¿qué clase de frivolidad ha enfermado a nuestra sociedad?

Tuesday, September 05, 2006

Still water runs deep.

Era una tarde cálida de primavera. No habia casi nada de viento, pero el bote se mecía dulcemente sobre las ondas del lago, acunando a Don Mario en un sopor tibio, propiciado aún mas por el sol radiante. El agua brillaba como cientos de piedras preciosas y lamía los costados del bote con un sonido agradable, como un arrullo. Era un cuadro apacible de luz que contrastaba con la tristeza que Mario llevaba adentro. Acostado en el fondo del bote, el hombre sollozaba quedamente, las lágrimas surcaban su rostro arrugado y curtido por el sol y la aridez de la estepa. Estrujaba entre sus manos callosas la foto deteriorada de un joven sonriente. Se incorporó, dejando escapar un suspiro acongojado entre sus labios y se apoyó en la regala del bote, asomándose al agua.
Estaba estratégicamente detenido en el punto mas enigmático del lago traicionero. De asomarse por la popa del bote, vería a través del agua cristalina el fondo de limo y algas, aparentemente al alcance de la mano. Pero si miraba desde la proa, solo vería el abismo, la inmensidad azul profundo que se extendía hacia abajo, hacia el centro de la terra, hacia el infierno.
Don Mario flotaba sobre el veril, la línea en la que el fondo del lago cae a pico, ese misterio a descubrir, aunque el agua a pocos grados por encima del punto de fusión hubiera hecho desistir al mas valiente.

Las lágrimas de Don Mario dibujaban anillos en el azul que se iban superponiendo, haciendo formas nuevas para luego desaparecer. El lago gélido se había tragado su vida y no se la quería devolver. Los cadáveres en ese agua no flotan, se hunden.
Habia sido un accidente, le dijeron, perdió pié por estar muy cerca del abismo y no volvió a salir nunca mas. Don Mario suspiró nuevamente: lo había mandado a la universidad, iba a ser biólogo, se estaba por casar con una chica preciosa que ya le habia dado un nieto; un nieto al que ahora no podia mirar sin que se le estrujara el corazón en el pecho.

El hombre se enjuagó la última lágrima y tras sujetarse por última vez de la regala, se dejó envolver por el abrazo helado del lago, hasta que sintió a su alrededor los brazos de su hijo.


------- Nada como una clase aburrida de Bioquímica y una idea errante.