Saturday, July 22, 2006

'Cause love is like the right dress
On the wrong girl
You never know what you're gonna find


Ceremonias

La iglesia estaba colmada de gente, habían asistido todos: familiares, amigos, viejos conocidos. Gestos impacientes rondaban las caras de los allí reunidos. La esperaban a ellam, a María. Todos habían aguardado este momento. Para los padres era una mezcla de sentimientos. Por un lado, querían lo mejor para la nena. Por otro lado, ambos sabían que iban a añorar los viejos tiempos.
Las flores las había escogido ella hacía ya mucho tiempo. Eran rosas blancas. Según decía, simbolizaban la pureza. El único sentimiento que ella había deseado para ese momento.
La madre comenzó a ojear su reloj con impaciencia. El cura había llegado hacía rato, pero no había rastros de su marido y su hija.
Hasta que por fin se escuchó un murmullo en el fondo. Y se abrieron las puertas. Entró el padre intentando contener las lágrimas. A su lado iba la nena. Tenía puesto un vestido tan blanco como la nieve. Como ella estaba algo pálida (quizá porque era invierno) la maquilladora había tenido una ardua mañana intentando sonrosarle las mejillas. Igualmente, su labor no se notaba demasiado, ya que el rostro de la nena estaba cubierto por un velo, también blanco, bajo el cual se le dibujaba un gesto tan gélido como pacífico.
El padre avanzaba lentamente junto a ella. El momento parecía eterno. Su madre dejó correr una lágrima que resbaló por su rostro y todos allí la miraron comprensivos.
Seguían avanzando, siempre juntos, la nena y su padre. Pero no se miraban. Ella tenía la vista perdida quien sabe donde, y él solamente quería apurar el paso para que todo concluyera de una vez.
Comenzaron los recuerdos. Cuando la alzó por primera vez, recién nacida, sin que siquiera la hubieran bañado. Cuando llegaron a la casa. Cuando compraron la cunita blanca, que usó mucho tiempo después, porque cuando la oían llorar la llevaban enseguida a la cama con ellos, sus padres. La navidad en que le compraron la bici y cuando por fin le quitaron las rueditas. Y cada golpe que se daba, cada moretón, cada corrida hacia sus brazos, llorando. Cuando empezó el secundario y se frustró porque se había llevado dos materias, que rindión con honores en diciembre luego de eternas jornadas de estudio que a ellos tanto los habían preocupado.¡La universidad! Cómo los llamaba llorando porque los extrañaba...
Y ahora ahí estaba él, entregándosela a otro en quien confiaba... pero a quien temía al mismo tiempo. Porque no sabía si la iba a cuidar como ella se lo merecía. Porque no podía soportar que ahora ella no fuera sólo suya... sino que ahora la compartiría con un extraño que la acompañaría para siempre.
Llegaron al final del recorrido. El padre hizo un gesto y los hombres la hicieron descender lentamente. El cajón dió un golpe seco al contacto con el suelo, y la cara del padre se desfiguró en un gesto grotesco al tiempo que empezaba el cura con la misa de despedida para su hija. Para la nena.

Sunday, July 16, 2006

LA DESPEDIDA

Dos personas, sentadas en el suelo, espalda contra espalda. La mas joven le sujeta la mano a la otra con fuerza. Ambos están serios, entre tristes y resignados.

- Sabés que me vas a tener que soltar, no?

- No quiero.

- No me van a dejar irme con vos agarrado de mi mano.

- Mejor, así no te vas.

- No me digas eso, no seas así.

Silencio.

- ¿Porqué te vas?

- Me tengo que ir, mi mamá se va y yo me tengo que ir con ella.

- ¿No me querés mas?

- No es por vos, ¿cómo no te voy a querer mas? Pero es mi mamá, me tengo que ir.

- Yo te presto a la mía si querés.

sonrie

- No son así de fáciles las cosas.

- Papá también está muy triste, anoche estaba llorando en la mesa de la cocina.

- Mentira, papá no llora.

- Es verdad! Me levanté para hacer pis y lo vi, sentado en la mesada, llorando con la foto de ustedes y el pescado ese.

- Es un pejerrey, bruto.

- Es un pescado grandote, qué sé yo.

silencio.

- Los voy a venir a visitar en las vacaciones, te había dicho ya?

- No me importa. Yo no quiero que vengas de visita, yo quiero a mi hermano.

- Yo voy a seguir siendo tu hermano, mas allá de que no viva con vos.

- No te creo.

- ¿Cómo que no me crees?

- No te creo. No vas a estar en el desayuno todas las mañanas.

- No estoy en el desayuno todas las mañanas.

- No me importa: podrías estar en el desayuno todas las mañanas y ahora ya no vas a poder mas. No me vas a ayudar mas con la tarea.

- ¡Terminábamos siempre viendo la tele en vez de hacer la tarea!

- Nadie me va a dejar ver South Park.

se rie.

- Es en serio. No me vas a gritar mas por los juguetes en la puerta de tu cuarto, ni porque te desacomodé los CDs.

- ¿Eso vas a extrañar?

- Y, un poco de todo.

- Yo también te voy a extrañar, enano.

- Mentira.

- ¿Porqué mentira?

- Porque si no, no te irías.

- No me digas así las cosas.

- No te vayas.

silencio.

- No querés ser mas mi hermano, no?

- Escuchame clarito, enano de jardín. Vos me haces reír siempre, hasta cuando te grito por los juguetes. Me haces sonreír el corazón. Cómo no voy a querer ser tu hermano?

- No sé.

le suelta la mano

- Porqué me soltas?

- Porque quiero que vuelvas.

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Pésimo dia. No sé porqué.